Que precioso es estar con el Todopoderoso, el Magnifico, aquel que me ama sin importar el parecer de mi físico, ni las palabras que digo, siempre estará a mi lado, siempre me amara, siempre me protegerá, porque él es mi Padre y yo soy su amado hijo. Que, siendo como el hijo prodigo, le pido tantas cosas, el me las concede y me voy de su lado y cuando me voy, me veo como aquel muchacho, que siendo hijo de un Padre amoroso y preocupado por sus hijos, ahora como de lo que los cerdos dejan y pienso que aquellos que le sirven a mi Padre tienen mejores cosas que yo y regreso, pero me preocupa lo que mi Padre pueda decir de mi, pero yo diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no soy digno de ser llamado tu hijo, pero hazme como a uno de tus jornaleros.
Y, así, volví a la casa de mi Padre, totalmente arrepentido y lleno de angustia y temor, lleno de culpa y lleno de remordimiento, pero a quien encuentro en el camino si no a mi Padre, a aquel que le dije un día: dame mi herencia, aquel que en soberbia y siendo tan hipócrita, me marche de su casa, la cual dije que nunca mas volvería, pensando que los tesoros del mundo me iban a llenar el vacío en mi, yo, que acabándose aquello fui a servir a otra casa, siendo hijo de mi Padre y sirviendo en esa casa de inmundicia fui a apacentar a los cerdos y teniendo hambre, comer de lo que aquellos animales comían, y el, mi amado Padre, aquel Padre que corriendo vino a mi, me beso y les dijo a sus criados que me prepararan baño y ropas y que me dieran anillo, aquel que en un tiempo desprecie me trata como si fuese un príncipe, no mereciendo ese trato, yo que lo constricte, yo que lo hice hasta llorar de la pena, aquel ahora me recibe con gozo. Yo, me sorprendí, solamente pude arrodillarme y decirle: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, no soy digno de ser llamado tu hijo, pero hazme como a uno de tus jornaleros, pero el, con todo su amor, con toda su ternura me perdono. Yo no sabia como reaccionar, sé que fui egoísta, sé que no fui el mejor hijo, sé que no fui el mejor siervo de mi Padre, pero, mi Padre, mi amado Padre, me perdono y sé que nunca mas volveré a cometer el mismo error, porque aquel Padre que me recibió no es mas que aquel que me ama por siempre.
Yo soy afortunado de ser hijo de mi Padre, porque mi Padre nunca me rechazo, nunca quiso para mi mal, sino que fue, es y será un Padre que por largo tiempo espero mi llegada y me recibió corriendo y me estrecho en sus brazos y me dio de su calor y amor, me vistió de ropas de fiesta y me hizo un príncipe, ese Padre te espera, ese Padre te busca, ese Padre quiere lo mejor para ti, ese Padre no hace mas que solamente querer lo mejor para ti, no hace mas que correr a tus brazos y, esperando a que lo abraces, mil veces correrá a ti. Tu Padre te espera, no lo rechaces mas, vuelve a casa, que tu Padre te espera con los brazos abiertos.
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